Por qué ya no discuto con gente cercana
Llevo un tiempo con un pensamiento recurrente que me ha hecho cambiar la forma en la que hablo (o no hablo) de los temas. Y quería compartirlo por si a alguien más le sirve.
No podemos negar que hoy en día, todos creemos saber de todo. Y no es para menos, nos han bombardeado tanto con tanta información y tanta gente opinando de todo, que tenemos la sensación de que si no opinamos de algo, nos quedamos atrás. Vemos a fulano y a mengana debatir un día sobre la Pantoja y al día siguiente ser expertos en astrofísica porque la NASA ha dicho que no sé qué asteroide pasará cerca de la Tierra. Y si les ponen temas de medicina, discuten con un médico sobre por qué este tratamiento es mejor y por qué aquél no. Y lo peor es que nos parece hasta normal.
Por eso, si alguien nos discute sobre un tema, creemos que tenemos el derecho (y el deber) de hacerle ver que eso que dice no es correcto. Hemos confundido la libertad de expresión con "tengo que opinar obligatoriamente". Y como le escuché a alguien decir, la libertad de expresión no es sólo que tengas derecho a opinar; también significa que tienes el derecho a no opinar si no lo crees conveniente, no tienes los conocimientos o directamente, no te da la gana.
Y no nos paramos a pensar que lo que nosotros creemos saber, quizá venga de una fuente dudosa, sin conocimientos sobre el asunto, con prejuicios, o directamente haciendo caso de otro que a su vez hizo caso de otro…
Incluso aunque nos informemos a través de Don Fulano, experto en tal y cual cosa, esto no significa que tenga razón. He visto grandes eminencias en distintos temas opinar sobre algo de lo que es experto para inmediatamente comprobar cómo el resto de colegas se le echan encima porque lo que decía no tenía ni pies ni cabeza.
Por ese motivo, todos estamos sesgados, todos tenemos alguna información que nos falta. O quizá recurrimos al principio de autoridad (Don Fulano lo dice y por lo tanto es cierto).
Y aquí es donde entra lo que comenté al principio. ¿Cómo puedo defender un tema con vehemencia si no estoy seguro de tener toda la información? ¿Cómo puedo discutir o incluso distanciarme de una persona por un tema en el que incluso podríamos estar equivocados los dos?
Y esto me abrió la mente a otra pregunta: ¿de verdad me aporta algo tener un debate acalorado sobre un tema polémico con alguien cercano? Y me sorprendió saber que la respuesta era que no sólo no me aportaba nada, sino que realmente prefería no hacerlo.
Y lo más gracioso es que me fui dando cuenta de que siempre había sido así, pero no lo había visto hasta entonces. Resulta que a veces, cuando hablaba con alguien sobre un tema y teníamos opiniones distintas, luego se me quedaba un mal sabor de boca. Y no hablo de las veces en las que no tenía razón y me daba cuenta, sino incluso cuando por lo que sea sí la tenía. Me daba una sensación de haber estado perdiendo el tiempo, como si hubiera algo extraño en la decisión de hablar del tema. Obviamente, eso lo supe luego, a mí sólo me quedaba un sentimiento parecido (aunque no igual) a cuando le dices algo a alguien que le hace daño y luego te arrepientes. Y ojo, que ocurría incluso cuando el tono era agradable, sosegado y tranquilo.
Entonces lo achacaba a que yo era así, que era mi forma de reaccionar a ciertas situaciones. Pero no, lo que pasaba es que realmente me daba igual eso de lo que estábamos hablando. No me importaba en absoluto y hubiera preferido haber hablado de otra cosa.
Desde entonces, cada día meto más temas en la lista de "me da igual" o "paso". Porque realmente ningún tema es más importante que mi relación con un familiar o amigo. Nadie, sea científico, actor, cantante o político, merece que yo discuta con alguien querido.
Me importa un soberano carajo lo que dijo fulanita, lo que ha hecho menganito y lo que promovió zutanito. Mi día a día vale más que cuatro pelagartos que, en la mayoría de los casos, cobran varias veces nuestro sueldo. Y todo, para que tú y yo los defendamos. Y un mojón así de gordo.
Y esto lo intento hacer con todos, ya sean familiares, amigos, conocidos, compañeros de trabajo… Evidentemente, todavía me queda camino por recorrer, pero cada día avanzo más y estoy más satisfecho..
También digo que esto no significa que me den igual esos temas, que pase de ellos o que no tenga valores. Esto significa simplemente que esos valores son míos y los defenderé y promoveré a mi manera. Pero siempre desde la perspectiva de que están por debajo de mi gente y mi día a día. Que tú creas que la Tierra es plana, que votes a tal partido o que creas que tal colectivo es peligroso, me da igual.
Y repito, no me dan igual esos temas, tengo mi opinión, pero no quiero que tú y yo hablemos de ellos porque para mí eres más importante por lo que nos une que por lo que nos separa. Y, sinceramente, como yo soy dueño de mi vida, y yo elijo en qué invertir mi tiempo, prefiero descartar ciertos temas y centrarme en los que sí coincidimos.
Es más, esto no altera para nada lo que yo pueda saber sobre el mundo, simplemente elijo de quién o de dónde recibir la información. Y suelo hacerlo. Si quiero informarme sobre algo, acudo a todos los tipos de fuentes posibles y todas las opiniones que vea para hacerme la mejor idea del asunto.
Os animo a reflexionar sobre esto, porque ha cambiado mi forma de relacionarme con la gente. Nuestra vida es limitada, y siempre se nos dice que aprovechemos el tiempo, que hagamos lo que nos gusta y nos divierte, que descartemos lo que no nos gusta y rechacemos lo que nos hace infelices. ¿Por qué tenemos que hacer una excepción con los temas de los que hablamos?
Evidentemente, todo esto se aplica no sólo a la interacción cara a cara sino también a las redes sociales. Por eso, en los últimos años, cada vez comparto menos cosas y contesto a menos (por no decir casi nada).
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